Quihubole, este es un envío corto.
Estoy por empezar un segundo tramo de mis conexiones. El plan es ir a Nueva York, darle una visita a Vincent Van Goh, mi compañero preferido en este periplo entre el arte, la literatura y el tiempo, valga la redundancia.
Saldré primero por avión y volveré a Nueva York después de varias décadas. Tengo historias viejas de mis viajes a esa ciudad, algunas borrosas por el tiempo o por la confusión de personajes que se cruzan. Con mi hija Ele fuimos un día y fue lindo.
Mañana haré el regreso en tren, y no se muy bien que me voy a encontrar. Llevo un par de libros que estoy escribiendo, y quiero leer una hermosa edición de cuentos de Lord Dunsany. De esos libros que uno compra porque la vida pide balance, porque el mundo se puede caer si uno no toma la decisión de leer algo hermoso o escuchar una canción.
Aquí hay un par de textos de lo que estoy trabajando, pero mañana haré un envío completo, desde el tren.
1.
Llegué hasta ese punto del camino. Un carrefour, pensé apenas lo vi. Un cruce de dos calles que da cuatro rutas, uno de los lugares más significativos en el simbolismo vudú. Recordé aquellos tiempos idos, cuando me movía por esa isla de magia, poder y colores. Mis días en Haití… esos tiempos poco a poco iban abandonando los rincones más accesibles de la memoria. ¡Cómo duele el olvido!
Venía caminando con mi viejo y largo paraguas negro. Me parecía a ese personaje de Unamuno, en Niebla, que caminaba decidido a buscar al autor que lo había creado, ese dios barbudo y profundamente hereje que escribía su destino y decidía su tragedia.
2.
Sube el pregón de la mañana
entre el humo
de los autobuses vacíos
entre gritos amordazados
por el frío
y el olor acre
de las aceras
Partículas vitales
se acunaron
en la dimensión
cotidiana
de la soledad
y sus pasos de plomo
Un hombre va pateando
su angustia por la calle
prolijo metódico y cabizbajo
ignora la agitación
detrás de las ventanas
…
¡Nos vemos mañana !